Por: Lorenzo Morales - Colaboración Especial El Diario La Prensa- Nueva York E.U.

"Ser el único de algo en Nueva York es bastante raro", dice este colombiano de hablar arrebatado y brazos de marino. "Tal vez de los pocos que podemos decirlo somos el alcalde Michael Bloomberg y yo". En los últimos 13 años, García-Peña ha sido el incansable capitán de la única góndola veneciana de Central Park. Durante seis meses al año este hombre se convierte en el guía de enamorados furtivos, turistas inquietos y hasta artistas famosos, que buscan un paseo por el lago de nueve hectáreas inaugurado en 1858.

"Me encanta este trabajo y la verdad es que he hecho muchos otros", dice García-Peña, quien a pesar de venir de una familia de clase alta bogotana ha sido obrero de construcción, pintor de brocha gorda y mesero. "Yo no tengo problema en ensuciarme y trabajar con las manos".

En Venecia ser gondolero es un trabajo familiar que se hereda por generaciones bajo un estricto ritual cultural. En Central Park también se hereda, pero por otras razones.

García-Peña es el último heredero de una dinastía de colombianos que han convertido ese trabajo en una saga. "Ha sido como una pequeña 'mafia'", dice, pero aclara que todo ha sido más producto de la casualidad que de otra cosa. El primero que lo hizo fue Juan Fischer, un conocido actor y director de cine colombiano; luego el remo pasó a manos de Federico Restrepo, un famoso bailarín y coreógrafo; y finalmente desde 1994 la responsabilidad recayó en la espalda —y los brazos— de García Peña.

El gondolero colombiano, quien se radicó en Nueva York en los años ochenta, ha decidido imprimirle a sus rondas todo el sabor veneciano. "Yo era cantante de rock así que durante el recorrido canto arias italianas", dice García-Peña, quien explica que sus antecesores usaban casetes y una grabadora.

"Los gringos siempre me piden O sole mio, pero es muy raro, porque esa es una canción napolitana que no cantan los gondoleros en Venecia", dice García-Peña quien ha hecho sus propias adaptaciones al español pero que, por decencia, sólo le canta a quienes no entienden el idioma.

Aunque se declara un romántico, este bogotano de acento neoyorquino es también un pragmático. Se inventó una leyenda según la cual quien se bese bajo el puente del lago de Central Park en una góndola auténtica, volverá a repetir el mismo beso bajo el Puente de los Suspiros en Venecia. "El cien por ciento de la gente se besa", dice con risa socarrona. "Y entre más besuqueo hay en la góndola, mayor mi propina".

En trece años al frente de esa nave de casi una tonelada, las anécdotas son muchas. "Yo llego a mi casa y lo primero que mi mujer me pregunta es 'bueno, ¿y hoy que pasó?'", dice García-Peña quien ha sido testigo de excepción de infinidad de pedidas de mano, algunas con desenlaces trágicos.

Este año un pasajero le pidió que filmara mientras le pedía matrimonio a una muchacha. "Ella lo tomó mal, me pidió furiosa que apagara la cámara y le dijo que no era el momento", recuerda Andrés quien tuvo que remar de vuelta al muelle y terminar así el paseo de $30. "Yo casi me reviento de la risa, pero me contuve". Sus días en la góndola se han convertido en inspiración para su otra vocación, la de pintor.

"Mi trabajo como gondolero ha influenciado muchas de mis pinturas", dice mientras muestra un lienzo en el que se ven las calles del centro de Manhattan convertidas en canales donde en vez de carros, navegan miles de góndolas. "Es mi visión surrealista de la ciudad", dice García-Peña cuya obra hizo parte de la última Bienal de El Museo de El Barrio en Nueva York.

Entre sus pasajeros ilustres han estado el actor Bruce Willis y sus hijas, el cantante de rock Bono y los actores Judy Dench, George Clooney y Uma Thurman, entre otros. "Me gusta ser profesional y por eso yo los trato como si fueran cualquier fulano", dice el colombiano.

Pero su pasajero más ilustre, según él, es Sofía, su hija de cinco años. "Para ella no es la góndola de Central Park sino el barco de papi", dice orgulloso y añade que su hija ya le ha dicho que quiere ser la próxima capitana del barco.

"El monopolio es mío y me encanta tener ese pequeño monopolio en Nueva York", dijo. Aunque por ahora no tiene planeado ceder el remo, García Peña dice que espera que su sucesor también sea un colombiano. "No me veo remando barco hasta los 80 años".

Fuente

Conexión Colombia. www.conexioncolombia.com

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