Estar a kilómetros del país le brinda a uno la oportunidad de ver las cosas desde otra óptica diferente

 

A Andrés Candela las letras le llegaron como parte de un enganche de la vida para evitar que, por su culpa, sus rivales futbolísticos sufrieran más lesiones de las necesarias. 

 

Andrés creció con el sueño de dedicar su vida al fútbol, no como un diestro y talentoso mago del balón, sino más bien como un férreo central “verdugo de cualquier delantero con ínfulas de bailarina”. En sus días como colegial vivió una fuerte lucha para disimular su bajo nivel académico en las ciencias exactas y conseguir que, pese a ello, su padre le permitiera seguir asistiendo a los partidos, hasta que en uno de esos trascendentales encuentros juveniles su rodilla giro en el sentido contrario de su pierna y el futbol pasó a convertirse en una actividad de sillón. 

 

Su padre, se lo había advertido: “El fútbol es una carrera muy corta, eso lo sabes de sobra. Hay que estudiar una carrera que verdaderamente te otorgue cierta calidad de vida. Yo sé que te gusta escribir aunque no se lo digas a nadie, algunas cosas he visto, con mucho sentimiento pero con una ortografía que produce hasta miedo. Las cosas las tienes que hacer por iniciativa propia, jamás por los demás.”

 

Andrés se graduó como Comunicador y Relacionista Corporativo de la Universidad de Medellín y siguiendo el sendero que le había ayudado a trazar su padre, se trasladó a Francia para realizar estudios en Literatura Francesa, en la Universidad de la Sorbona en Francia.

 


Hace pocos días bromeaba con el director de la editorial PLANETA (casa a la cual pertenezco como autor), enviándole una posible solapa para una nueva edición de Madrid y yo (su primera novela)… la cual decía: “conduje camión, puse ventanas, hice trasteos, trabajé haciendo demoliciones, cargué escombros, fui pintor de brocha gorda, trabajé como barman… entre otros”. Fue una broma, pero era mi realidad diaria antes de poder publicar mi segunda novela, antes de obtener mis diplomas y poder comenzar a tener otro tipo de empleos. Lo de comenzar a escribir es un decir, nadie le dice a uno lo duro que es lograr entrar a una casa editorial cuando no se tiene agente o cuando –por lo menos- se tiene algún contacto que le pueda ayudar a uno. Pero sabía que mi plan de vida era en este país (Francia). Una terca certitud me decía que era aquí. Fue muy duro en muchos aspectos –aún lo es- pero cuando miro hacia atrás creo que ya viví lo más duro… ¡eso espero!

 

Su arduo trabajo y su talento con las letras, ese que posiblemente hacía falta en el fútbol, le ha valido para destacarse no solo como escritor de cuentos y novelas, sino también como columnista del periódico hispano El Diario de New York, profesor de literatura hispánica y español para la enseñanza católica de la región del Loira, y asesor de español técnico para el círculo de empresas francesas de la Mayenne.

 

A través del enfrentamiento con el toro en la corrida, es una reflexión poética sobre la lidia con los amores y con la vida misma”. Así se refirió el escritor español Fernando Savater a la primera novela de Andrés, Madrid y yo, publicada por la Editorial Planeta y prologada por el comunicador y periodista colombiano Uriel Hernando Sánchez.

 


Madrid y yo cuenta la historia de un joven español que desea convertirse en torero, quien pide para sus dieciocho años ser llevado a Pozoblanco (Córdoba), con el fin de ver la corrida de uno de sus ídolos, Paquirri, sin saber que ese mismo día sería la muerte del diestro. Un año después -también por su cumpleaños- obtiene el mismo regalo para ir a Las Ventas. El Yiyo, quien fue el encargado de terminar la corrida de Paquirri un año atrás, muere también ese día, víctima de los últimos reflejos de un toro ya herido de muerte. Sus deseos de llegar a ser matador -a pesar de lo ocurrido y de la trágica coincidencia- no se esfuman. Su vida cambia drásticamente en ese mismo lapso, pero él sigue adelante en sus intentos por convertirse en un torero reconocido. Sin embargo, ese mismo destino también lo llevará a desenterrar pasados desconocidos de su madre y a encontrar el amor de su vida.

 

Según el Miami Herald, uno de los grandes aciertos de la novela es la cantidad de información y acontecimientos que aparecen condensados en apenas unas 190 páginas. Así mismo, el diario reconoce un fragmento importante dentro de la obra, “el momento en que Miguel Madrid, ya convertido en un torero reconocido, realiza una corrida especial con motivo de sus cuarenta años. La faena es una agrupación de música y veneración al toro, sin matarlo en ningún momento; por el contrario, ¡lo enaltece! Una orquesta en la misma plaza interpreta el Bolero de Ravel, mientras la corrida se ejecuta a la luz de unas antorchas y un público enardecido por la originalidad del espectáculo.”

 

Para este joven escritor de 35 años, quien actualmente vive en región del Loira, destacarse como colombiano, en su área fuera del país, fue una tarea “!durísima! Incluso un día fui humillado por otro escritor colombiano muy “conocido” quien también vivió en París. Luego, aunque pasen este tipo de eventos: es cuestión de trabajar, tocar puertas y no dejar de creer en lo que se hace para mejorar. Poco a poco fueron llegando las oportunidades; por ejemplo, como ironía, primero fui columnista de un periódico en New York antes de llegar a ser columnista de un periódico en Colombia y escribir para los medios nacionales. La competencia sigue siendo dura, pero poco a poco y en silencio he logrado destacarme.

 

Estar a kilómetros del país –considero- le brinda a uno la oportunidad de ver las cosas desde otra óptica diferente. Cuando uno escribe –por ejemplo- una columna de opinión reprobatoria desde la distancia es un ejercicio de dolor, es algo que indiscutiblemente uno no quisiera hacer; sin embargo, cuando la situación es diferente la indignación se convierte en un orgullo muy agradable. Luego, desde la literatura, mostrar otro tipo de historias que no son siempre las mismas que el público internacional identifica como el estilo suramericano.”, asegura Andrés, quien pese a la distancia no ha perdido su vínculo con el país y actualmente también escribe para varios medios de comunicación entre los que se encuentran el periódico El Tiempo y la revista SOHO, por lo que se exige a sí mismo estar suficientemente informado de la realidad colombiana.

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