Mi nombre es Vanessa Vallejo, soy caleña, Comunicadora Social y periodista. Hasta marzo del año 2015 trabajé en Radio Nacional de Colombia como Editora Web Cultural del portal de la emisora. A finales de diciembre del año pasado fui notificada como ganadora de una beca de la OEA, para hacer una Maestría en Salud Ambiente y sociedad en la Universidad Federal de los Valles de Jequitinhonha y Mucurí- UFVJM en Diamantina, Minas Gerais, Brasil.
 
Enero y febrero volaron, me dediqué a desocupar mi apartamento, hice trámites de visa y vendí las cosas que había logrado obtener durante los 6 años que viví en Bogotá. El 27 de febrero viajé finalmente a Brasil para comenzar mis estudios.
 
Diamantina es una ciudad minera ubicada a 4 horas de la capital del Estado, Belo Horizonte. Una ciudad cerrada por montañas, con muchas cascadas y poblada por 50 mil habitantes cuyo eje central es la Universidad. Si bien al principio la idea de mudarme a un sitio más calmado y donde todo fuera a pie, fue ideal, hoy me adapto a la idea de una conexión a internet intermitente, la falta de una sala de cine y a la subida y bajada en los precios, aspectos propios de vivir en una zona mayormente rural.
 
La primera información que busqué fue el tema de los documentos para la visa. Ahí supe también que al llegar debía ir a la policía federal y tramitar la cedula de extranjería que implicó otros costos aislados de la visa y ese es un punto importante al planear un viaje de este tipo. Siempre se requiere más dinero que el presupuestado. Los pasajes también fueron otra de las búsquedas recurrentes antes del viaje y el apostillado de documentos necesario, ya que hay muchos de ellos que no son válidos sin tener una legalización de ambas naciones.
 
Mi punto de llegada fue Rio de Janeiro, la Cidade Maravilhosa y vaya que sí. Es una ciudad que transpira fiesta, color, gente amable y divertida así un almuerzo pueda llegar a costar 35 mil pesos. Aunque yo ya hablaba portugués, al principio era un poco enredado comprenderle a la gente, ya que los acentos cambian mucho de una región a otra. El minero utiliza expresiones diferentes, desconocidas para mí, a veces no entendía nada de lo que hablaban. 
 
Al llegar a Diamantina me sorprendió la arquitectura de la ciudad y su historia; Cuenta a un presidente y a Chica da Silva, la esclava de la novela, entre sus personajes insignes. Me gustan los sábados en el mercado comprando frutas frescas y exóticas, buena comida, es deliciosa, -pero salada en comparación a la nuestra-. El Brasil es muy dulce o muy salado y por eso ahora cocino. 

Buscar a dónde llegar fue un reto en un principio, pero después de un cambio de residencia logré ubicarme mejor,  ahora vivo en un lugar central y muy tranquilo.
 
Creo que la única cosa que ha sido medio traumática desde que vivo aquí son los atrasos en el pago de la beca, ya que nuestro estatus migratorio no nos da permiso de trabajar y por otra parte las opciones laborales en una ciudad tan pequeña son escasas.
 
Cabe destacar que las personas aquí están muy pendientes de nosotros. En la calle siempre se encuentra uno a gente que con un "Oi Colombiana!" te saludan y amablemente te invitan a su mesa ya sea para comer o compartir una cerveza. Hacen preguntas de nuestro país, de la música, de las costumbres y a veces bromean con esa fama ruin de violencia.
 
Un día, un compañero de la universidad me invitó a su casa e hizo una fiesta colombiana. Fue muy bueno estrenarme como dj en una fiesta en que bailaron como locos y entendieron ese sabor que tiene una cumbia, un currulao o un vallenato sabroso. Actualmente tengo un espacio en la radio Universitaria que se llama "La Hora Latina" y donde pongo música en español. 
 
También fue bueno conocer a mis tías y primos aquí en Brasil, a las hermanas de mi padre de quienes no se sabía nada desde hace casi 35 años y a quienes siempre tuve la intensión de buscar. Una historia que involucra a una abuela brasileña y a un amor pastuso que acabó ruinmente y que da material suficiente para una novela.
 
Creo desde mi experiencia que aquí en Brasil tienen un desarrollo mayor en el tema de infraestructura vial e industrialización en comparación a Colombia. La crisis que viene afectando al Brasil se nota en este momento en el paro que hay en la universidad y en los movimientos sociales que se gestan en ciudades como Sao Paulo y Brasilia, donde las manifestaciones ya son una constante. Realmente no encuentro grandes diferencias entre Colombia y Brasil, ambos países hermosos, en vías de desarrollo y con las mismas carencias en los temas de salud, transporte, empleo, vivienda y seguridad y a su vez majestuosos, con paisajes bonitos, diversos, coloridos y de buenas personas. 
 
Migrar siempre es una situación que implica mucho trabajo en lo personal. Nunca es fácil renunciar a sus tradiciones, comodidades, trabajo, familia, amigos y demás para irse a un puesto desconocido. Extraño mucho a mi familia y a mis parceros, a mi mamá y a mi tía, a mi hermana, a las arepas con chocolate y los caldos de costilla. Extraño bailar salsa y hablar en español, sin embargo es una experiencia que deja grandes enseñanzas, en mi caso un idioma más y la posibilidad de hacer una Maestría que sé que al volver podrá abrirme puertas en mi propio país. 

 

 

Las historias publicadas no representan una posición del Ministerio de Relaciones Exteriores, ni del Programa Colombia Nos Une, y obedecen únicamente a percepciones propias del autor.

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