Enviado por admin el Mié, 17/06/2015 - 14:25
Nombre autor

Alexandra Rosa Zabala

Descripcion del autor

Inició trabajando en el coro Filarmónico de Bogotá con Carmiña Gallo hasta el año 95, en el cual conoció al Maestro Luciano Pavarotti, gracias a quienes obtuvo una beca para estudiar canto en el Conservatorio de Turín, en Italia. De allí se graduó en canto y sucesivamente en música de cámara con 10 cum laude en ambas carreras.

Su vida artística ha sido llena de experiencias importantes a nivel internacional. Ha trabajado en los mejores teatros Italianos (Fenice de Venecia, Escala de Milán, Regio de Torino, Sferisterio di Macerata, etc) y teatros en todo el mundo (Kammeroper de Viena, Arts Center en Korea, Teatro de la opera de San Petersburg, Ópera de Valladolid,etc). Ha realizado óperas liricas para el cine Internacional como Carmen con el Premio Oscar Dante Ferretti, Macbeth con el escenógrafo Pier Luigi Pizzi, Las Bodas de Fígaro con Elena Barbalich,y ha realizado conciertos con grandes artistas como Andrea Bocelli, Fiorenza Cedolins, Mirko Palazzi, etc.

En marzo pasado fue premiada en la ciudad de Bogotá por el presidente Juan Manuel Santos como una de los 100 colombianos más exitosos en el mundo en la Casa de Nariño. Actualmente trabaja como soprano lirica especializada en repertorio Mozartiano y Belcantistico; es la Directora de gestión de 2 academias de canto lirico en Torino; desde hace 11 años y trabaja con la Comunidad Europea realizando magistrales de opera musical para niños sin recursos, de 12 a 18 años, de Escocia, Francia e Italia; desde hace 4 años, además es la Directora Artística de la “Fondazione Cappellin “ de Pinerolo en Italia, la cual se encarga de organizar cada año junto al Club de los Leones el concurso Internacional para cantantes líricos Fondazione Cappellin.

Mamá yo quiero saber de dónde son los cantantes...

 

La rima de esta hermosísima canción de Celia Cruz atraviesa mi mente cada vez que alguien me hace preguntas sobre el misterioso mundo del canto lírico. Algunas veces estas preguntas han sido interesantes y han abierto diálogos muy sabrosos, otras veces han sido… por lo menos curiosas.


Por ejemplo, a veces me preguntan: 


- “Y usted, ¿cómo hace para hacer ruidos tan altos?”… (ok,parece ser que 20 años de vocalizaciones no sirvieron para nada….) 

- “Qué voz tan linda de tenor que tienes” (cómo le explico que el registro de tenor es solo para los hombres...)

- “¿Eres Soprano? Ah, chévere, estàs a un nivel muy alto, ya superaste el nivel de mezzo-soprano…” (aún peor, explicar que la mezzo soprano no es una soprano medio mediocre, sino otro registro vocal para mujeres con la voz oscura...)


Mi preferida es:


- “¿Y cual es tu profesión?” 
- Soy una soprano lìrica. 
- “Huy que rico… pero, ¿cuál es tu verdadera profesiòn?” (Me rindo…..!)


El último comentario de mi sobrina de 8 años: “Tia cantas bonito pero, !no grites!“

 

Bromas aparte, es muy cierto que el universo de los cantantes lìricos produce mucha curiosidad; quien decide practicar esta disciplina se aisla a menudo del mundo que vivimos cotidianamente. El cantante, y pienso que el artista en general, dedica su vida a un ideal espiritual, contrastando el muy de moda mundo de tendencia, una vida entera a perfeccionar un performance de pocos instantes en el palco escenico.

 

 La única palabra que resume esta respuesta es: inspiración 


”El arte es efìmera” decía Wilde, y sin embargo esa búsqueda exasperada en sí mismo y en el propio talento para afinar los sentimientos unidos a la técnica, es como tratar de iniciar una relación muy estrecha con Dios.


Y, ¿por qué existen los cantantes?; ¿cuál es el motivo y la lógica de todo este esfuerzo?; ¿por qué y en cuál preciso momento de la vida una persona decide dedicar la entera existencia al canto o al arte?. Creo que la respuesta es muy compleja y sencilla al mismo tiempo. No es el futuro artista quien decide racionalmente iniciar un determinado camino, es el mismo destino quien te lleva de la mano y guía tus pasos; la fuerza interior y la constante búsqueda y perfección de la belleza en todas sus formas la que plasma la dirección hacia la cual un artista se dirige. ¿Y a dónde llegará?; ¿cuál será su cúlmine y sucesivo epílogo? Nunca lo sabremos, bien dice el dicho, “el placer de la conquista no es la llegada sino el recorrido”.


Muchas veces me preguntan ¿cuál ha sido el motor que me impulsa siempre hacia adelante en mi búsqueda de la perfección?; ¿cómo es posible querer cantar todos los dias?; cómo ha sido posible soportar tantos esfuerzos, renuncias y sinsabores, solo para cantar bien un género como la Ópera Italiana que no hace parte de mi cultura y de mi genética, que es tan lejano de la sensibilidad ancestral de un colombiano... La única palabra que resume esta respuesta es: inspiración.


Mi vida musical, desde muy joven, ha estado llena de inspiración. Sin la inspiracion no hay motivos para la lucha y, es de vital importancia renovarla cada vez que trata de abandonarte. Durante mi vida he convivido con artistas del calibre de Carmiña Gallo, Alberto Upegui, Luciano Pavarotti en Italia, músicos con la "M" mayuscula, quienes han buscado incesantemente llevar en alto la musica del propio país; en efecto, no es casual que “O sole mio” o “Torna a Surriento” sean himnos italianos del género popular, conocidos en el resto del mundo, o el ritmo de “Cumbia” o de “bambuco” sea asociado inmediatamente al nombre de nuestro país. 


Grandes artistas, eclécticos como éstos, me han enseñado que la música no puede ser discriminada por géneros, porque ella es solo buena o mala y las notas musicales son siete; un bambuco conmueve a un italiano, a un chino o a un francés al igual que a un colombiano, y así mismo, una aria de ópera italiana o una canción napolitana, toca el corazón. Crear una sinergía entre voz y alma para donarla a quien nos escucha, sin importar el estilo o género, es la máxima espectativa para un artista, la he visto desde pequeña durante las tertulias de mi familia, donde aún hoy en dia cualquier pretexto es ideal para sacar la guitarra, llamar a los amigos e interpretar sentidamente, junto a quien amas, todo el repertorio de los abuelos, la música de los orígenes de tu amada infancia.


Recuerdo una de mis primeras audiciones en escena a los 19 años, delante del Maestro Luciano Pavarotti, en la ciudad de Bogotá. Él, después de escucharme, me habló por 10 minutos sobre como debía interpretar mejor mi aria de ópera, haciéndomela repetir otra vez; ese momento fué catartico, las lagrimas de orgullo de mi papá, la fuerza de mi voz que corría por el escenario con una potencia vibrante…

Estoy convencida que la fuerza motriz que impulsa, es la motivación que vive en cada uno de nosotros. Tenemos que sacarla cotidianamente, seamos artistas o no las ganas de superación es una lucha con sí mismo, día despues de día y, créanme, no ha pasado de moda, hay deseo constante y a veces inconsciente de cultivar la propia individualidad, de encontrar inspiración en cada cosa que realizamos, hay una necesidad latente de ver más belleza en el mundo.


En la época que estamos viviendo, tan pobre de espiritualidad, esta busqueda debe ser una misión para todos. Los artistas tenemos la misión de difundir al mundo este mensaje, los seres humanos, todos, tenemos la obligación de proteger la belleza en el mundo y de sublimar las almas de las personas que nos escuchan en un escenario o en la cotidianidad de sus vidas. Si hubiera más belleza en el mundo, no habrìa tanta violencia, indiferencia, desgrado.....