Salió del país en 1999 para ir a estudiar Diseño de Moda en España, donde trabajó para diferentes empresas. Una de estas tenía producción deslocalizada en China y tuvo la oportunidad de vivir allí cinco años. Aunque confiesa que aprendió mucho, descubrió aspectos que no le gustaron por no respetar el medio ambiente.
“Si uno comienza a cuestionarse de dónde vienen los procesos textiles, las respuestas pueden ser terribles. En China vi ríos de colores con químicos que llegaban a la ciudad. Sentí que estaba en el lugar equivocado”.
Con esta inquietud, y aprovechando que sus padres vivían en Perú, viajó al país andino para investigar sobre fabricación de materias primas artesanales entrando en contacto con comunidades indígenas. Inspirada por el respeto a la naturaleza y por la filosofía del comercio justo, Ana Tafur inició un proyecto con artesanas de Ayacucho, residentes en la ciudad de Cajamarquilla.
Dos años más tarde creó la firma de moda y complementos Saké, a través de la cual rescató el uso del cuero vegetal, técnica desarrollada con una comunidad en el Amazonas. Además de dar trabajo a diez mujeres jefas de hogar, fue pionera en Perú en la técnica del curtido de cuero sin cromo, algo muy valorado por sus clientes en los Estados Unidos y Europa, y recientemente en Latinoamérica.
Entre sus planes está la apertura de puntos de venta en Madrid y Nueva York, y no descarta trasladarse a Panamá para investigar la cultura Kuna. “Amo todas las cosas hechas a mano: para mí esto es vivir” dice Ana, y así lo delata su trayectoria.
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