Hoy la Alcaldía de Forest entregará la medalla al valor y el mérito por haber salvado en medio de las llamas la vida de dos niños y su niñera quien los cuidaba. El 31 de enero de 2013, Jorge Hortúa, un cocinero con el sueño de ser fotógrafo, pasó de inmigrante colombiano, recién llegado a Bélgica, a convertirse en un héroe, calificado así por la sociedad y la prensa de Bélgica. Este samario, de 27 años, se jugó la vida en un edificio de la calle San Agustín, en Bruselas. A esta ciudad llegó hace más de un año impulsado por Jessica, de nacionalidad belga, a quien conoció en Perú en el 2012 y con quien unos meses después se casó en Colombia, donde manejaba un hotel con su familia. Jorge contó que ese 31 de enero, en su camino a casa después de cenar en un restaurante, él y su esposa se detuvieron al ver que una multitud observaba una vivienda de la que salía humo. "De pronto, vimos que una mujer rompió una ventana en el tercer piso y empezó a pedir auxilio, pues estaba con unos niños que cuidaba", relató. Sin pensarlo, Jorge y otros dos hombres derribaron la puerta de la casa, que estaba reforzada por seguridad, y llamaron a la mujer para que saliera. Sin embargo, ella no respondió porque, "estaba en 'shock' y temía perder a uno de los niños en el camino". Los hombres decidieron ingresar a la vivienda en llamas. "Cuando entramos vimos que el incendio había empezado en la sala, en el primer piso. Seguimos subiendo, pero los otros hombres ya no veían nada y se empezaron a ahogar". Sus compañeros de rescate se sofocaron por el humo y se devolvieron. Recordando las recomendaciones de su padre que era militar, Jorge se tiró al suelo para aprovechar el poco oxígeno disponible se concentra ahí en medio del fuego. Arrastrándose, buscó la forma de llegar a la mujer y los dos niños. Aunque la adrenalina no le había dejado sentir el miedo cuando llegó al segundo piso escuchó el grito desesperado de su esposa preocupada, quien desde afuera lo llamaba para que se devolviera. Sin embargo no lo dudó y siguió. "Yo sabía que no podía salir a la calle sin rescatar a nadie, esas personas no se podían morir ahí", contó Hortúa. Cuando llegó al tercer piso, el humo tapaba su visión. La única guía que tenía era la voz de la mujer y los niños. “Yo gritaba por todas partes '¡¿Dónde están?!', en español, y la niñera, que era portuguesa, me respondió, '¡Acá, acá!'". Jorge encontró a la mujer, que se había refugiado en un baño con los dos menores: Román, de 2 años, y Chloe, de 4. Luego, les dio la mano a los niños uno en cada brazo, le pidió a la niñera que se congiera de su chaqueta y que lo siguiera. "Aunque era un momento peligroso, no quería acelerarme porque no podía perder a uno de los niños", dijo el colombiano. Así, los condujo a salvo fuera de la casa. Instantes después, como en las películas de acción sintieron una gran explosión en la vivienda y volaron vidrios, escombros y ventanas. Minutos después llegaron los bomberos. Jorge condujo a las tres personas al hospital Molière Longchamp, el más cercano de la zona. "Los dejé ahí y me fui porque tenía que recoger una cosa, pero después me empecé a sentir mal y me devolví al hospital", añadió Hortúa. Allí se encontró con los padres de los niños, quienes le agradecieron haberles salvado la vida y lo invitaron a una cena. Su hazaña fue registrada en varios medios de Bélgica. Hoy, el colombiano sigue su vida con normalidad, combinando dos pasiones: la gastronomía y la fotografía. "No creo que sea un héroe, solo hice lo que tenía que hacer", dijo. Hoy autoridades belgas condecoran al valeroso colombiano quien con humildad dijo que espera con su acción contribuir a mejorar la imagen de Colombia y ser un ejemplo para los extranjeros que viven en Bélgica.
Consulado en Bruselas